lunes, 24 de noviembre de 2008

"JUSTICIA"

Ha sido patente que la labor de la publicación actual es recordar una de las más valiosas facultades del hombre, la inteligencia. Dicha facultad se hace manifiesta en cada una de las actividades de nuestra vida, y los resultados de su acción se ve en cada ámbito de la vida cotidiana.
No necesariamente se dice “hombre inteligente” de aquel que hace ciencia, al erudito, al artista o a algún otro ser humano que denote un pensamiento más elevado al cotidiano; eso lo demuestra León Felipe en los cuentos de una de sus obras de teatro.
Éste personaje fue un escritor español que visitó México y que terminó viviendo en nuestro país debido a la Guerra Civil Española, el siguiente cuento forma parte de una obra que escribió mientras vivía en México, esto fue en 1961.
Cuidado con tratar de burlarse de aquel que parece poco inteligente, puede ser que les de una sorpresa, como lo presenta León Felipe a continuación. Disfruten el cuento y vean que la inteligencia también es práctica, e incluso patente en los hombres menos esperados…


JUGLARÓN “Justicia”… Éste no es un cuento en realidad. Es un gracioso relato del Quijote. Lo vamos a contar casi como lo refiere Cervantes… Sancho ha llegado a la Ínsula Barataria y después de un solemne Te Deum, le llevan a hacer justicia en la audiencia mayor de aquel reino… Aquel es el estrado. Sobre él descansa el sagrado sillón de la justicia, donde se sienta el juez que ahora es gobernador además y se llama Sancho Panza. Vosotros sois la sala, la audiencia popular que presencia el juicio y escucha la sentencia del juez. Estad atentos y severos como corresponde al acto trascendental que vais a presenciar. El caso es tan viejo como la mujer y tan moderno como la avaricia y la mentira. Aquí esta Sancho ya. Viene con el mayordomo de los Duques y vestido con el atuendo y las insignias de un gobernador. (Entra Sancho Panza con dos portaestandartes en uno hay un escudo y en el otro un letrero donde se lee:)

“HOY TOMÓ POSESIÓN DE ESTA ÍNSULA
EL SEÑOR DON SANCHO PANZA,
QUE MUCHOS AÑOS GOCE”

Ya están listos. Escuchemos lo que dicen. Yo me retiro.

MAYORDOMO Es costumbre antigua de esta tierra, señor Gobernador, que el que viene a tomar posesión de esta famosa Ínsula está obligado a responder a una pregunta que se le hiciera, que sea algo intrincada y dificultosa: de cuya respuesta, el pueblo toma y toca el pulso del ingenio de su nuevo gobernador, y así se alegra o entristece con su venida.

SANCHO ¿Qué significan esas pinturas que hay sobre este estandarte?

MAYORDOMO No son pinturas, sino letras y palabras que señalan una fecha memorable.

SANCHO Pues decidme en seguida qué señalan, que bien sabéis que yo no sé leer.

MAYORDOMO Allí está escrito y anotado el día en que vuestra señoría tomó posesión de esta Ínsula y dice el epitafio: “HOY TOMÓ POSESIÓN DE ESTA ÍNSULA EL SEÑOR DON SANCHO PANZA, QUE MUCHOS AÑOS GOCE”.

SANCHO ¿Y a quién llaman Don Sancho Panza?

MAYORDOMO A Vueseñoría, que en esta Ínsula no ha entrado otro Panza que el que está sentado en ese sillón.

SANCHO Pues advertid, hermano, que yo no tengo don ni en todo mi linaje le ha habido. Sancho Panza me llaman a secas, Sancho se llamó mi padre, Sancho mi agüelo, y todos fueron Panzas sin añadiduras de dones y donas… (Se oyen afuera voces de pelea.) ¿Qué ocurre? ¿Qué voces son esas?

MAYORDOMO Oíd el pleito (Entran un hombre y una mujer.)

MUJER ¡Justicia, señor gobernador, justicia! Y si no la hallo en la tierra la iré a buscar al cielo. Señor Gobernador, este mal hombre me ha atrapado en mitad del campo y se ha aprovechado de mi cuerpo como si fuera un trapo mal lavado. Y ¡ay, desdichada de mí! Se me ha llevado lo que yo tenía guardado más de veintitrés años ha, defendiéndolo de moros y cristianos, de naturales y extranjeros, siempre dura como un alcornoque, conservándome entera como la salamandra en el fuego, o como la lana entre las zarzas, para que este buen hombre llegue ahora con sus manos limpias manosearme.

SANCHO Aún está eso por averiguar, si tiene limpias o no las manos este galán… ¿Qué respondéis a la querella de esta mujer?

HOMBRE Señor Gobernador, yo soy un pobre ganadero de ganado de cerda, y esta mañana salía de ese lugar, de vender, con perdón sea dicho, cuatro puercos que me llevaron de alcabalas y socaliñas, poco menos de lo que ellos valían. Volvíame a mi aldea, topé en el camino con esta buena dueña y el diablo que todo lo añasca y todo lo cuece, hizo que fornicásemos juntos. Paguele lo suficiente, y ella mal contenta asió de mí y no me ha dejado hasta traerme a este puerto. Dice que la forcé y miente, para el juramento que hago y pienso hacer… Y ésta es toda la verdad, sin faltar ni una meaja.

SANCHO ¿No traéis consigo algún dinero en plata?

HOMBRE Hasta veinte ducados tengo en el seno, guardado en una bolsa de cuero.

SANCHO Sacadla y entregádsela tal como está a la querellante.

HOMBRE ¡Aquí está!

MUJER Dios guarde la salud y la vida del señor Gobernador, que así mira por las huérfanas menesterosas y las doncellas desamparadas. (Sale.)

SANCHO No lloréis amigo, no lloréis, que todavía no sabemos si habéis perdido el juicio… Venid acá, buen hombre… Id tras aquella mujer, quitadle la bolsa auque no quiera y volved aquí con ella.

HOMBRE Voy, señor. Voy como un rayo. (Sale.)

MAYORDOMO ¿Qué significa todo esto…? ¿Y dónde va a terminar esta querella?

SANCHO Tened paciencia y aguardad.

MAYORDOMO No entiendo lo que pretendéis.

SANCHO He dicho que esperéis. (Se vuelven a oír voces.)

MUJER ¡Justicia de Dios y del mundo! Mire vuesamerced, señor Gobernador, la poca vergüenza y el poco temor de este desalmado que, en mitad del poblado y en mitad de la calle, me ha querido quitar la bolsa que vuesamerced mandó darme.

SANCHO ¿Y háosla quitado?

MUJER ¿Cómo quitado?... Antes me dejara yo quitar la vida, que me quiten la bolsa… ¡Bonita es la niña! Otros gatos me han de echar a las barbas, que no este desventurado y asqueroso. Tenazas y martillos, mazos y escoplos, no serían bastante a sacármela de las uñas… Ni con garras de león. ¡Antes el ánima, de mitad en mitad de las carnes!

HOMBRE Tiene razón, yo me doy por vencido y sin fuerzas. Confieso que las mías no son bastantes para quitársela. Quédese con ella en mala hora.

SANCHO Honrada y valiente parecéis. Mostrad aquí la bolsa… (La recibe de la mujer y se la devuelve al hombre.) Tomad… (El hombre la coge.) Esforzada sois… y no forzada. Hermana mía… si el mismo aliento y valor que habéis mostrado para defender esta bolsa, le mostráredes, y aún la mitad menos, para defender vuestro cuerpo, las fuerzas de Hércules no os hicieran fuerza. Andad con Dios… Y mucho enhorabuena… y no paréis en esta Ínsula ni en seis leguas a la redonda, so pena de doscientos azotes… ¡Andad luego, digo, chumillera desvergonzada y embaidora!

MUJER Haré como dice vuesamerced.

SANCHO ¡Hala! ¡hala!... Y vos, buen hombre, andad con Dios, a vuestro lugar, con vuestro dinero. Y de aquí en adelante, si no lo queréis perder, procurad que no se os venga en voluntad el fornicar con nadie en medio del camino.

HOMBRE Gracias, gracias… muchas gracias.

MAYORDOMO Discreto habéis andado. Buena justicia hicisteis.

JUGLARÓN Un día todos sabemos hacer justicia. Lo mismo que la hace el Rey, la hace su último siervo. Igual que el Rey Salomón, la hizo Sancho el escudero.




LEÓN FELIPE
El juglarón (fragmento)

Por: Fernando Moctezuma

No hay comentarios: